Aníbal Albornoz Ávila





MADRIGAL DE LA NIEVE OSCURA

En la casa del minero muerto
su ropa huérfana tiene un silencio de maderas.

En los pliegues de una camisa,
la luz, en su porfía, desabriga
para siempre una llaga
de alma rota;
y desde su bufanda, de gris viejo,
cuelga una melancolía de lana
sin aliento.

(La ropa siempre es un desconsuelo en la casa
de un hombre que ya no llegará con sus pasos).
En una puerta, al fondo del silencio,
en donde los zapatos aún tienen su nieve,
y los abrigos del perchero
cobijan desamparos,
un recuerdo, como una palabra efímera,
despierta en una foto:
¡Una fiesta y corderos entre el fuego,
y árboles y mineros y tréboles
y diciembre, de algún año!
Nada más que eso. Nada más.
Y la inclemencia.
Sobre las ventanas de la intemperie nevada,
el viento bestial tiene el instinto del fuego
cuando va hacia su ceniza,
y poco a poco,
aquí y allá,
muere entre la noche y los techos,
como un blanco animal que abarca
el cielo.

En la casa, en una habitación trémula,
un pañuelo es un adiós en un bolsillo,
y una lámpara añeja bosteza
una oscuridad irremediable entre una cama
y el espeso maderal de los postigos.

La angustia del metal de un caño, como un deudo
de las cosas, deja oír en el silencio
la obstinación abismal
de una gota de agua
cayendo y
cayendo en la cocina;
agua que será de ahí en más una lágrima
insistente en el litoral de los sollozos.

Hasta que un día de cualquier tiempo,
alguien, en esa casa, nombrará
al hombre muerto,
y, desde entonces, incesante,
como un credo, el recuerdo habitará
la nostalgia para siempre.

En los pueblos de la cuenca, por los deshojados
pañuelos de los vientos,
llora la noche conmovida.

Nada más que eso. Nada más.
Y la tristeza.



AROMA DE LA PERDURACIÓN

¿y qué es el mito?
¿Acaso es la piedra que habla?
¿Será la usanza del barro?
¿Es un sueño de guardar?

¿Qué es?
¿Es la raza del grano que habla
en las alturas?
¿Los rostros del tiempo?
¿Un polen?
¿Un sol a decir basta?
¿Una luna a mitad del corazón?
¿Las estrellas en el menguante
del rocío?
¿Qué será? Me aparezco preguntando,
con los siglos creciendo a mis espaldas.

¿Acaso es el tiempo de la eternidad
a voluntad de un pueblo?
¿Es el agua de la oralidad?
¿El mineral?
¿Será la morada de la aurora?
¿El cántaro de la sombra húmeda?
¿Una comida en la vida de la mesa?
¿Qué será?
¿Será acaso la obsidiana?
¿La madera del tarko?
¿Será un río?
¿La siembra?
¿La aridez?
¿Una siesta con sombrero?
¿Acaso el cereal decapitado?
¿Un volcán?
¿Una montaña acaso?
¿Qué es? Me aparezco preguntando.

Y lo que se sepultó en el viento,
animal y anchura, me dice:
¡Divinidades!
Es entonces que me aprieto el alma
con el aroma de la perduración.

Aníbal Albornoz Ávila


DATOS DEL AUTOR


Poeta, dramaturgo y crítico literario residente en la provincia de Santa Cruz, nacido en Aimogasta, La Rioja
Es autor de los libros Aguacero del Triste, Pájaros con Ojos de Vidala (poesía), Aguas de Lavar Almas, El Maridaje de Ivanikha Gorkí(inédito), El Carpintero de Hiroshima (inédito),Las Amanecidas del Fiordo Caupolicán y Óleo de una flor torrentosa (teatro.inédito), Las Probanzas de los sueños rústicos (Relatos de mitos de los Valles Calchaquí)-inédito-, y del Cantoral calchaquí sobre lo divino y lo humano.(cantata).
Ha dirigido el elenco estable de la UART- (Unidad Académica Río Turbio) de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral , como dramaturgo, puestista y director.
Ha creado, con letras de su autoría, canciones con músicos de este país como Raúl Carnota, Eduardo Guajardo, Ramón Navarro (h), Rubén Cruz, Mario Díaz, Eduardo Sosa, Marcelo Gaibizo, Warmy Sosa y otros músicos del cancionero nacional.
Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías poéticas, tales como la antología latinoamericana Esta canto es América; Antología de poetas argentinos (Edición de la Biblioteca Nacional ) y otras antologías provinciales.
Las canciones de su autoría han sido grabadas por Juan Iñaki, Eduardo Guajardo, Laura Albarracín, Sylvia Zabzuck, Grupo vocal Aguablanca, y otros intérpretes argentinos.

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